xavierahoffman
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Bio
Se me ocurre, en principio, que habría que pensar no sólo en contar algo, sino en una manera de contarlo. El medio preferido para hacer estas dos cosas es la escritura: ahí está lo que contamos y ahí está también la manera cómo lo contamos. Estoy pensando en el papel y en la escritura. En otras palabras, en el papel está lo que contamos y, también, la manera en que lo hacemos. Esto supone, claro, que el lector es un lector de palabras que se sienta (o no) frente a una hoja escrita y sigue con su mirada (y su pensamiento) lo que alguien (el autor) ha consignado a la escritura. Yo estoy pensando en otra cosa...
Si de lo que se trata es de contar historias evanescentes o espectrales; esto es, historias que no existen en sí mismas, sino sólo en las huellas que han dejado, entonces la pregunta sería ésta: ¿Cómo podríamos contar una historia que sólo existe en sus trazas y en sus trazos? ¿Cómo contar la historia de lo que no está; esto es, la historia de una ausencia? En otras palabras, ¿cómo contar las huellas, las marcas, las pistas... los síntomas?
No sé cómo contestar estas preguntas. Se me ocurre, sin embargo, que, a partir de las mismas trazas y los mismos trazos, se podrían contar historias distintas. Entonces, por ponerlo de otra manera, habría que partir de las huellas y de las pistas, no desde la "escena del crimen". Imagina, pues, que se registra con la cámara una secuencia de imágenes: A, B, C, D, E... Dependiendo de cómo se acomoden estas imágenes se podrían construir distintas historias: A, B, C, D...; C, D, B, A...; D, C, A, B...
Intento por aclarar lo de arriba. A = un niño llora y su madre trata de tranquilizarlo, B = un hombre pide un tequila en un bar, C = (toma subjetiva) un conductor va por la carretera, D = una cruz a la orilla del camino, E = el viento mueve las flores en el campo, F = un grupo de personas protesta por la construcción de una carretera, G = un hombre y una mujer se besan, H = una araña ataca a la mosca que ha quedado atrapada en su telaraña... Las imágenes las puedes acomodar de distinta manera y cada acomodo te dará una o varias narrativas distintas. (Lo de la araña le daría un toque retórico interesante: la supervivencia del más apto, la lucha entre explotados y explotadores, el conflicto entre los pequeños y los poderosos...).
Imagina ahora que te propones contar la historia de esas imágenes... Está bien, cuentas una historia y luego otra; luego cuentas otra y luego otra. Las variables son bastante grandes. (Yo me puedo imaginar, suponiendo que esto se presenta al público, frente a una pantalla siguiendo las secuencias y las historias. Todas las historias son distintas aunque todas las imágenes son iguales; todas las imágenes construyen una historia distinta a partir de las mismas imágenes. Me reconozco o reconozco las imágenes, pero no me reconozco en las historias, ya que todas son distintas. La diferencia, claro, está en el orden en el que las pongas. La última historia, que es también una secuencia de imágenes, no lleva historia: las secuencias se siguen en silencio, una tras otra. ¿Para qué? Para que el espectador/lector se vea desacomodado y se tenga que enfrentar a su propia lectura; esto es, se tenga que ver frente a una serie de huellas sin texto, tal como sucede en la vida. (O sea, enfrentar al espectador/lector al silencio de las huellas). La pregunta, al final, flotaría en el aire: ¿Qué historia contarías tú?